El otro día leí un excelente artículo del blog devilteam, que podéis consultar aquí para mayor información. Como resumen, debo comentar que abogaba por una reivindicación del rol ante esas opiniones negativas que vierten sobre nuestra afición, en mayor o menor grado.
Yo me pregunto: ¿no es hora de quitarnos ese victimismo latente y dejar de lamentarnos o de parecer parias? Todos sabemos que el tema del chaval de la katana hizo mucho daño a nuestra imagen como actividad lúdica. Eso no lo quita nadie. Que encima muchos de los jugadores eran (y son) bebedores compulsivos de cervezas, barbas largas y camisetas negras tampoco. Que otros eran más o menos universitarios recónditos que disfrutaban horas y horas metidos en sus cuartos, también. Todo eso está muy bien: sabemos lo que sucedió. De eso hace más de quince años. Muchos pueden pensar que las cosas siguen igual o poco mejor, pero no es así. Seguir pidiendo esa seudojusticia o paz social con el rol es algo que me comienza a cansar. Digo, ¿por qué demonios hay que sentirse especial por jugar a rol? ¿Somos unos mesías o algo parecido? ¿Vamos de rollito interesantes? Porque eso lo veo mucho, tanto en la rolesfera como en el mundillo cara a cara. Hay una especie de halo de orgullo enaltecedor de las buenas intenciones que desprendemos por hacer precisamente lo que hacemos. Somos la leche. Decía algún miembro de la rolesfera cuyo nombre no recuerdo o prefiero no recordar que somos realmente pretenciosos y hasta prepotentes los jugadores de rol. Que demos vuelta y sigamos pidiendo o reivindicando lo que muchos hacen me parece excusa estos comentarios.
Nos encanta ser prototipos
Quizá lo más factible sería actuar. Los colectivos y asociaciones buscan romper esas dinámicas, pero no desde el resentimiento o la venganza: y es que hay una suerte de venganza que nos persigue, una vergüenza cubierta que parece ser dañina a nuestros ojos. Que una madre diga que tenga cuidado con el rol no debería ser motivo para espantarse. Porque poco a poco eso ha ido desapareciendo, en parte gracias a la labor de muchas personas que han luchado contra esto, sí, pero sobre todo porque nuestra sociedad avanza, los valores evolucionan, y lo que fue espectáculo no lo fue. Pretender seguir viviendo en el pasado se antoja cansino. ¿Por qué no dejarse de comentarios y simplemente disfrutar de lo nuestro? Insisto en la caracterización de nuestra afición, que no es lo que era. El rol no está ya mitificado, y parece que somos nosotros los que queremos seguir mitificándolo. Muchas madres dirán que el rol es malo, pero esto son generaciones. Yo no he vivido el asesinato del niño de la katana este, era joven e inocente: aún no había entrado al lado oscuro. Este comentario es típico de persona que ironiza sobre algo que está de más ironizar.
Ya me diréis que tiene de elitista esta imagen. La coca-cola de marca Día - Ohio no cuenta
Las jornadas han hecho mucho bien, pero también la apertura de muchos sistemas informativos y sobre todo de las propias instituciones públicas. Y sí, yo soy el primero que se queja del desinterés, pero es desinterés, no ataque. Sigo pensando que sin asesinato de katana de las narices seguiríamos siendo los mismos. Los mismos parguelas, de edades comprendidas entre 12 y 50 años. Porque esto es algo que a quién le interesa, le interesa: y quién desea jugar, lo hace. Y punto. Las opiniones ya inexistentes son harina de un costal que hace tiempo se desinfló. Pero seguimos empeñados en la victimización del rol. Es una especie de ambiente, de sensación, de entidad que rodea a muchos y que personalmente me cansa. Quizá sea que no somos capaces de superar que es una afición minoritaria y siempre lo será. Con lo contento que estamos algunos de ver la cantidad de publicaciones que nos llegan cada año, con una oferta tan diversificada y muchas editoriales detrás. Deberíamos dejar de ponernos a tirarnos de los pelos y comentar lo malvada que es la sociedad, que nos discrimina. Somos ya mayorcitos para eso.
Me gustaría también comentar el tema de EEUU. Todos sabemos que ese país tiene algo especial. Que entes de la industria como TSR saquen esas conclusiones y manifiesten sus opiniones es algo respetable, pero a nosotros nos la repanpinfla. ¿O es que acaso aquí en España esas cosas llegaron? El perfil del jugador de rol será o no el mismo, pero las tendencias cambian entre fronteras, estoy convencido de ello. Lo que está claro es que en nuestra diversidad será mayor o menor, pero tenemos unos valores distintos. Allí son de una manera, aquí de otra. No creo en una Internacional rolera, no creo que lo que pase respecto a esto en otros países deba afectarnos a nosotros lo más mínimo.
Nada de luchas. Nada de combates contra la ignorancia popular. Lo que tenemos que hacer es darnos cuenta que seguir hablando de estas cosas solo nos lleva a reiterarnos en algo que ya pasó. Vamos, que es hora de destapar el cuento, cerrar el lomo y dedicarnos a disfrutar simplemente. Se puede hacer. Se puede dedicar uno a lo suyo, que es jugar, que es acercar el rol a los demás, que es montar jornadas y que es crear nuevos materiales. Es el momento de dejar de lamerse esa herida, porque eso ni es herida ni es ná. Es resentimiento artificial, es producto de la sensación de sentirnos dominados, atacados, de pertenecer a una esfera distinta. Se puede reivindicar el rol como una actividad cultural, pero sin buscar la justificación del pasado. Eso no nos corresponde a nosotros. Con lo listillos que decimos somos y lo elitistas que parecemos, ya podía darnos por dedicarnos a lo nuestro y no soltar el discurso pro-rol que a veces me resulta más repetitivo que las chanzas de muchos de nuestros queridos políticos. Pero ellos dirigen un país. Nosotros tiramos dados. Hay diferencia ¿o no?
Y no hace falta más
Al final he acabado desplazando mi entrada de hoy. Qué remedio.