domingo, 24 de junio de 2012

Una buena partida.

Sabes que estás haciendo las cosas bien cuando el jugador disfruta. No solo disfruta con las tiradas, con los poderes, con su potestad sobre el eje del argumento (todo me ha parecido siempre secundario) sino por la historia que eres capaz de transmitirle. Son unos personajes, unas localizaciones, unos protagonismos, etc. que convergen en una sola dirección: la de ellos. He sido fiel defensor de la idea de que un Máster disfruta cuando sus jugadores disfrutan. Es algo correlativo, una suerte de síntesis entre ambas partes de la mesa. ¿Cómo hacemos disfrutar a un jugador? Muchas páginas podrían escribirse sobre ello; auténticas tesinas que vayan desde la metodología hasta el propio pensamiento, pero yo puedo resumirlo en una sola frase: contar algo con lo que dichos jugadores disfruten. 

Muchas veces no sabemos ni cómo nos la hemos ingeniado para ello, pero ahí está. La campaña que comencé hace tres años, y que ha sido dividida en varias partes llega a su fin en Agosto. Son muchos personajes, muchas circunstancias, muchas aventuras, pero por encima de todo ello, es un sueño cumplido. Cuando leía a Weis y Hickman, tras haberme devorado El Señor de los Anillos allá por mi tierna juventud quinceañera, entré en un momento de mi vida en el que imaginar grandes mundos colmados de magia, dragones y épicas aventuras era algo habitual. Entonces descubrí Dungeons and Dragons, y encontré una mejor forma de plasmar todas mis ideas que en un libro. ¿Cómo? Haciendo partícipes a otros de ellas.

Hasta ahora, el método ensayo-error ha ido funcionando. El mundo ha cobrado forma, sentido, tiene una historia, una cronología, unos datos empíricos que me darían para una recopilación que perfectamente podría pasar por otro escenario de campaña para D&D, si no fuese por la cantidad de acepciones que he tomado de otros lugares que me sirvieron de inspiración. En ese mundo se han desarrollado grandes gestas, y mis jugadores han llorado, reído, sufrido y divertido como nunca. No es algo que diga yo. Es algo que ellos me transmiten, como hizo una buena amiga, Isa, en mi cumpleaños, en el cuál me hizo un regalo junto a los demás ciertamente increíble. Y una imagen vale más que mil palabras:


Áinster ha dejado de  ser garabatos sin sentido para convertirse en un auténtico mapa, en tamaño A-2 (al lado tenéis el Donjon como comparación). Isa ha cogido la multitud de referencias, señales sin sentido, y anotaciones varias para convertirlo en un mapa digno de cualquier aventurero, digno de ser colgado en un sitio central en mi cuarto, de manera que siempre que alce la cabeza, pueda dejar inspirarme por él. Esta es la demostración de hacer las cosas bien. Y, como dije antes, cuando ellos disfrutan, tu disfrutas.

No puedo sino sentirme emocionado siempre que le echo un vistazo.


2 comentarios:

  1. Buenas,mi juego de rol preferido es Pendragón aunque me estoy adentrando en el juego de D&d poco a poco. Me gusta leer los blogs de los demás para aprender más conceptos del rol y estrategias. Y la verdad que con tu nueva entrada me han dado ganas de seguir roleando, ya que cada vez encuentro menos gente que juegue a los juegos de rol.

    Vaya mapa más chulo, la verdad que está de cine. Está muy currado.

    ResponderEliminar
  2. Buenas, Jose.

    Gracias por tu comentario. No creas que es tan difícil encontrar nuevos jugadores, sino saber dónde encontrarlos.

    Hace poco me hice con el básico de Pendragon, aunque anda en una cola bastante larga para ser leído. En todo caso, simpatizo contigo: comencé a leer blogs para aprender más, y mucho que me ha servido.

    ResponderEliminar