Después de llevarme unos días fuera de combate merced a un virus gastrointestinal especialmente virulento, y que mermó mis reservas de Fortaleza y disminuyó temporalmente mi modificador escaso a CON, de nuevo vuelvo a sumergirme en todo esto. Este retraso ha sido significativo cara al anuncio y avance de los proyectos que mandaremos respecto a nuestra nueva edición de las jornadas que estamos preparando, y espero para la semana siguiente ponerme en marcha con el envío de estos.
Sí tengo que resaltar que las fechas serán 11, 12 y 13 de Mayo. Confirmadas, o todo lo que pueden estarlo. El viernes tendremos una serie de actividades más concreta que iremos perfilando y sábado y domingo estaremos a pleno rendimiento. El lugar de celebración será el mismo pero lo compartiremos con otras sedes para el viernes en concreto. En todo caso, también anunciaré la semana que viene la creación del blog dedicado específicamente para las jornadas, que espero sea algo mejor que el de la edición anterior. Las cosas marchan a buen ritmo, algo lentas, pero constantes.
A todo esto, hoy hablaremos un poquito de la financiación de las jornadas de este estilo. En la mayor parte de las ocasiones y ante nuestra perspectiva actual, esta financiación no viene en forma de dinero y sí como cesiones de lugares por parte de determinados organismos públicos, que son el alma máter de este tipo de encuentros al poseer las instalaciones adecuadas para su uso. Hasta aquí bien. No es posible generalizar sobre esto, pues cada provincia y comunidad autónoma cuenta con determinadas financiaciones y, para qué engañarnos, ganas de entrar al trapo: en Huelva ni lo uno ni lo otro, por desgracia. Pero sé de otros lugares donde las corporaciones públicas se prestan de buena manera en la medida de sus posibilidades a la hora de acceder a mejoras de precios en los albergues tutelados por estas, donación de dinero o materiales y demás facilidades. Me reitero en la imposibilidad de conseguirlo en nuestra ciudad.
Las tómbolas son un excelente recurso. Llaman mucho.
Hasta aquí, bien. El problema es lógico: tenemos que conseguir dinero para pagar premios y demás enseres materiales y otras cuestiones. Para nosotros, la financiación más brutal viene de las empresas que colaboran con nosotros: la donación de sus materiales para premios nos permiten enriquecer las actividades y dotar de mayor dinamismo las diferentes propuestas lúdicas que presentaremos a lo largo de las jornadas. Su aportación se nos antoja definitiva, y esta siempre repercute de una manera u otra en el buen hacer de los visitantes. El año pasado contamos con un número muy elevado de hasta doce, que permitieron que los premios fuesen excelentes. Este año no sabemos cómo irá la cosa, pero yo con mantener un número aproximado me contaría como más que satisfecho, aunque siempre intentamos invitar a todo el que lo desee a participar segúns sus condiciones. Y es que no hay nada más importante, para mí personalmente, que dejar que la entidad colaboradora decida cómo colaborar; proporcionar libertad sin restricciones permite que las buenas sensaciones aumenten. Unas podrán dar más y otras menos, pero todas son aportaciones bien recibidas. Con ello, además, tenemos sustento para premios, y eso es algo muy atractivo.
Las entidades colaboradoras son un eje fundamental en unas jornadas
Pero no solo el gasto corre de su mano. La asociación es consciente de que tendrá que poner un esfuerzo de su parte, y en las cuotas de los socios está también presente un porcentaje dedicado al pago de numerosos recursos que serán necesarios, bien sea en pagos que no puedan hacerse a depósito, en comida, alquileres de productos y bienes muebles. El año pasado nos gastamos dinero en una mesa y alguna cosilla más, y este año la tónica tenderá a un gasto incluso mayor. La autofinanciación forma parte de los recursos económicos que disponen los socios. No nos permitimos cobrar entrada, puesto que ello nos parece algo restrictivo, y las fuentes de ingresos vienen de la comida y bebida en una mínima parte y, sobre todo, de la tómbola que montamos y que este año repetiremos con más productos aún si cabe. Pero claro: el dinero ganado el año pasado en la primera edición será el que gastemos en esta, con lo cuál las cuotas apenas sufren variaciones y nosotros ganamos en recursos para seguir comprando material rolero y juegos de mesa, así como para pagar el alquiler anual del local.
Por fortuna, disponemos de unas instalaciones bastante grandes y cómodas para un aforo de más de un centenar de personas a la vez, con salas separadas y aisladas entre sí para las partidas de rol. Nuestro gasto es 0 en este sentido, y por ello podemos permitirnos dar la gratuidad necesaria en la entrada. Y no será lo único, al menos este año, pues ya anuncio (aunque en los proyectos vendrá especificado a las diferentes empresas que lo mandemos) que, si bien el año pasado no quisimos meternos en temas de tiendas, este año será posible montar una, aún sin stands propiamente dichos, pues ello implicaría una carga económica y de montaje en la que aún no queremos meternos. Poco a poco, como se suele decir.
Ofrecer comida y bebida, un recurso obligatorio
Ya por último, siempre me gusta comentar que seguimos siendo nuevos en esto. Sí, montamos unas jornadas, pero hacen falta doce y quince y veinte para que uno realmente se haga a la mar. En nuestro caso, tenemos la esperanza de ver algún rostro conocido por aquí de tierras aledañas, y si no puede ser, de contar al menos con algún foráneo más que nos de una oportunidad. Porque el factor humano es el que hizo grande la primera edición, y somos ambiciosos en ese sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario